Todos los días nos enfrentamos a situaciones que nos pueden causar estrés, tristeza, ansiedad, dolor o enojo. A veces, nos cuesta aceptar que las emociones negativas son parte de nuestro diario vivir. No es posible tener una vida sólo llena de alegría o solo llena de tristeza, y por esto debemos enfrentarnos y aceptar nuestras emociones sean cuales sean. Se vale llorar, se vale enojarse, se vale reír y se vale amar.
Lo que no se vale es suprimir lo que sentimos o así mismo, expresarlo de la manera incorrecta cuando puede llegar a hacerle daño a los demás y a nosotros mismos. No se vale reírnos de alguien que llora, no se vale enojarnos con alguien que sólo hace su trabajo. Por esto, debemos preguntarnos ¿De dónde vienen estas emociones? Muchas veces reprimimos tanto aquel enojo o aquella frustración, que viene a salir en los momentos menos indicados, cuando podemos hacerle daño físico o emocional a otra persona e incluso a nosotros mismos.
Aquí se trazan los límites. Nadie es responsable de tus emociones más que tú mismo, por esto, te invito a conocerlas y a preguntarte de dónde vienen y porqué las sientes.
¿Pité y grité al ir manejando porque la señora que iba cruzando la calle con su bebé no se apresuraba o pité porque iba tarde al trabajo después de haberme peleado con mi familia, porque no me levanté a tiempo o incluso porque me han hecho pensar que mi tiempo es más importante que el de los demás?
¿Cómo hago entonces para manejar mis emociones?
Primero debemos comprender que la mayor parte de nuestro desbalance emocional viene de que vivimos una vida fuera de balance. Es decir, vamos al trabajo, regresamos a casa, dormimos y el siguiente día lo repetimos. Pensamos que lo más importante es producir dinero, darles a nuestras familias las cosas materiales que necesitan. Esto nos causa estrés, pues nuestro cuerpo y nuestra mente no están diseñados para ser una máquina de dinero, están diseñados para vivir, descubrir, amar y disfrutar a las personas y el mundo que nos rodea. Cuando nuestro mundo es solo una oficina y una casa, nos frustramos y con debida razón.
¿Qué hacer entonces? Buscar un hobby. Un hobby es aquella actividad que realizamos regularmente en nuestro tiempo libre por placer. Es decir, aquella actividad que nos ayuda a expresarnos, a interiorizar, a balancear.
Esto puede ser lo que tú quieras, siempre y cuando lo hagas con regularidad, compromiso y pasión. ¿Nunca pudiste aprender a tocar un instrumento? Hazlo ahora. ¿Siempre quisiste aprender a pintar? Hazlo. Puedes practicar cualquier deporte, cualquier forma de expresión, el baile, el teatro, la cocina. Cualquier cosa que te apasione, cualquier cosa que te de paz.
Lo importante es hacerlo con cierta frecuencia y que esto no se interponga en tus labores diarias y que te ayude a lidiar con tus emociones. ¿Vas tarde a clases de violín y por eso casi te matas en el carro? Aún no has logrado el balance.
Lo importante es que utilices los hobbies como una forma de auto cuido, pues al final del día si tú no estás bien, nada más lo estará.
¿Qué crees que será mejor: platicar y pasar tiempo con tu familia despúes de un día estresante en el trabajo, o hacer lo mismo después de una hora realizando tu actividad favorita? ¿Cuándo estarás más tranquilo? ¿Cuándo serás capaz de darle a tu familia la compañía de calidad que se merecen?
Cuídate a tí primero, para poder cuidar de los demás.